Ser papá también es una misión: el turno más importante es en casa

Padres de servicio 24/7 en las calles, el uniforme no oculta el amor de ser policía, ser Papá
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Cada mañana, antes de que el sol se asome entre las montañas, el Intendente Duver Giovanny López Pinzón ya está en pie. Con 17 años de servicio en la Policía Nacional y actualmente en el Grupo de Policía Comunitaria, su día comienza mucho antes que el de la mayoría. Pero su primer uniforme no es el de la institución: es el del padre que cocina, organiza mochilas y despierta con cariño a su hijo.

Desde que su esposa falleció, su vida cambió profundamente. Hoy, su deber no solo es velar por la seguridad de los ciudadanos, sino también criar con amor y firmeza. A las 4:00 a.m. Empieza su rutina: deja el almuerzo listo, se alista, despierta a su hijo, le prepara el desayuno y lo lleva al colegio. Así, entre botas y cuadernos, entre la disciplina policial y la ternura de hogar, cumple cada día con una promesa que le hizo a su esposa: “Nuestros hijos saldrán adelante”.

Cuando sus labores lo mantienen en Manizales, aprovecha su hora de almuerzo para llevar personalmente la comida al colegio de su hijo. Luego, regresa brevemente a casa para almorzar y continuar su jornada. Al final del día, la rutina continúa. Llega a casa, prepara la cena, revisa tareas, escucha con atención cómo fue el día de su hijo y deja todo listo para el siguiente. Solo entonces, en el silencio de la noche, prepara su uniforme una vez más.

Duver López no solo representa el compromiso de un servidor público, sino la entrega silenciosa de un padre que ha asumido ambos roles con dignidad, amor y ejemplo.

En Viterbo, el patrullero José Davinson Roncancio Durán, inicia sus días a las 5:00 a.m. con un agradecimiento a Dios por la vida y salud de su hija y su madre, y luego inicia su rutina diaria como padre soltero. Prepara el desayuno y la lonchera de su hija y las labores domésticas. A las 7:00 a.m. la deja en su institución educativa. Después de dejarla, se dirige al gimnasio antes de comenzar su turno de trabajo.

Al terminar la jornada, recoge a su hija, la alimenta, supervisa sus tareas escolares y la acompaña en sus actividades deportivas. A veces dan un paseo juntos o disfrutan una comida fuera. A pesar del esfuerzo que demanda su labor policial, José Davinson nunca descuida su papel como padre. “Cada vez que salgo a patrullar, llevo una foto de ella en el bolsillo. Es mi razón, mi motor, mi escudo”, confiesa con emoción.

Su hija, además de estar entre los mejores puestos académicos de su escuela, goza de excelente salud. Todo esto es reflejo del compromiso y dedicación con que su padre equilibra las exigencias del servicio policial con el amor y el cuidado del hogar.

El patrullero Durán es un ejemplo de resiliencia, responsabilidad y entrega, tanto en su labor por la seguridad del municipio como en la crianza de su hija, a quien considera su mayor orgullo.

A pesar de la distancia física, estos héroes de la vida real no se desconectan de su rol más importante: ser el pilar de sus familias, siempre están pendientes de que en casa no falte nada. A través de llamadas, mensajes o simplemente una nota en la lonchera, su presencia se hace sentir aún en la ausencia.

Su vida no es fácil. Han tenido que decir “No puedo estar hoy” en fechas importantes, cambiar un abrazo de cumpleaños por una videollamada, o acompañar a sus hijos en silencio desde la distancia. Pero cada sacrificio es una semilla sembrada en el corazón de sus hijos, quienes crecen admirando no solo a un uniformado, sino a un verdadero héroe.

Son ejemplos de que el amor paternal no siempre necesita de grandes gestos, sino de constancia, presencia emocional y un amor incondicional que traspasa el uniforme.

Porque ser policía en Caldas no solo es servir a la comunidad: también es dar ejemplo en casa, formar seres humanos íntegros y demostrar que, aunque el deber llame, el corazón siempre está con los hijos.