Una antigua construcción, que perteneció a los jesuitas y sobre la cual se tejen historias por la aparición de espíritus, es hoy uno de los bienes inmuebles más preciados que tiene la Policía.
Por sus pasillos y salones transitaron religiosos y jóvenes novicios, y hoy lo hacen cerca de 800 estudiantes de la Escuela de Policía Rafael Reyes y miembros de la institución que cuentan los sustos que se han llevado ante la presencia de la imagen de una niña, la velación de féretros que luego desaparecen como por arte de magia, o incluso que escuchan coros gregorianos, pero que cuando van a confirmar no hay nada. “Un día que prestaba seguridad en un cuartico de la terraza, llegaron a pasar revista y con ellos venía una niña vestida de blanco. Ellos continuaron el recorrido hasta que entraron por una puerta, pero la niña siguió de largo. Preocupado, me fui a buscarla y no la encontré; entonces, reporté el hecho y me negaron la presencia de la menor. Ellos quedaron aterrorizados, y yo, peor”, cuenta el intendente jefe Argenil Becerra, un tolimense que lleva 27 años en la escuela Rafael Reyes y que no halla otra explicación que la de que esos espíritus pueden proceder de un cementerio que tuvieron cerca de allí, en la montaña, los jesuitas.
Otro intendente narra que en 1996 le ocurrió una historia aterradora a un oficial que en ese momento dirigía la escuela. “El coronel Ramiro Antonio Loaiza estaba fuera de la escuela y, cuando regresó e iba hacia su habitación, pasó por el frente de la capilla y vio que estaban velando un féretro. El coronel siguió hasta la habitación y desde allí reportó y reclamó porque no le habían informado que se iba a prestar un servicio funerario. Obviamente, en la guardia le aseguraron que no había tal velación”, agrega el intendente Roberto Álvarez, un boyacense que ya cumplió 21 años laborando para la escuela de policía.
Tras esta sorprendente narración, la mayor Adriana Cabezas, que llegó a Santa Rosa en el 2010, se anima y cuenta otra experiencia sobrenatural. “Una noche mandé a varios estudiantes a apagar las luces de los pasillos, pero al rato los jóvenes llegaron pálidos y contaron que escucharon cantos gregorianos en la capilla, y que por curiosidad fueron a ver, pero se encontraron con todo apagado. Los jóvenes, aterrados, salieron corriendo”.
El coronel Giovanni Roncancio, director de la Escuela de Policía Rafael Reyes, conoce las historias que narran algunos de sus hombres por la supuesta aparición de espíritus y explica que se trata de mitos e historias mágicas que se han creado alrededor de la invaluable edificación.
Historia de la capilla
Esta estructura, que hace parte de más de una docena de construcciones históricas que tiene la Policía en el país, fue adquirida en 1974 por el módico valor de 7 millones de pesos, incluida la capilla, considerada única en Latinoamérica, y el terreno de 134 hectáreas, donde también funciona el Criadero de Mulas Santa Rosa, de donde están saliendo semovientes para apoyar las labores de la Dirección de Carabineros en diferentes regiones.
La edificación fue construida, en una primera fase, en 1924, en la hacienda Quiscuana, y sobresale en las gélidas montañas sobre las que hace más de tres siglos se levantó el poblado de Santa Rosa de Viterbo, en el norte de Boyacá.
El Noviciado del Sagrado Corazón de Jesús, como fue conocida la construcción en la época en la que perteneció a la orden religiosa Compañía de Jesús, es considerado un patrimonio no solo por su arquitectura, sino porque su iglesia se diseñó con las mismas características de la capilla Sixtina, en la basílica de San Pedro, en el Vaticano.
“La capilla tiene varios artes: la cúpula es gótica; las columnas, romanas; y las cenefas, republicanas”, explica el intendente Tonny López, un policía que estudió en la Escuela Rafael Reyes y se quedó allí.
A lo que el coronel Roncancio agrega que la capilla fue construida con materiales elaborados en la región, con excepción de las bancas, algunos módulos de madera –fabricados con cedro canadiense– y del vitral principal (ubicado sobre el altar), que fue traído de Italia. Los otros vitrales (los laterales y el occidental) se hicieron en Colombia.
“El púlpito es hecho de mármol de Carrara y de la India, y el Cristo es tallado en marfil, que también proviene de la India”, agrega el coronel Roncancio, un bogotano que dice sentir una enorme responsabilidad al dirigir la escuela, en la que cada año se forman más de 200 patrulleros y otros 300 auxiliares bachilleres.
Cortesía Guillermo Reinoso Rodríguez. Redacción EL TIEMPO