Una abuela de más de 70 años, con sus piernas laceradas, un niño de 10 años que no puede caminar, un abuelo de sombrero, en las mismas condiciones y otros tantos discapacitados del departamento del Atlántico que no tenían una silla de ruedas, pero gracias a una campaña de la Policía Nacional, tienen cómo movilizarse y así hacer más llevaderas sus dificultades.
La campaña, que involucra a otras autoridades locales y departamentales, al igual que al gremio de comerciantes y a la Fundación Amigos de los Policías, ya ha entregado más de 2.200 sillas, entre ellas la de la pequeña Lizet Paola Sarmiento Carrillo, de 2 años, quien vive en Candelaria, padece de microcefalia y ya no puede ver. Su caso conmovió el corazón del subintendente Fabio Arango Pimienta, quien apadrinó la noble causa. Detrás de esta titánica labor ha estado el subintendente Fabio Alberto Arango Pimienta, Jefe de Comunicaciones Estratégicas del Atlántico, un samario con 12 años en la Policía, que comenzó este programa hace año y medio con la donación de una silla a un abuelo que pocos meses después murió.
Esa misma silla la heredó otro discapacitado que tenía la suya en precarias condiciones, la cual fue remodelada. Otro de los casos más conmovedores es el de un niño de 9 años, enfermo de poliomielitis, que vive en un barrio subnormal de Barranquilla y cuya señora madre se gana la vida lavando ropas en casas ajenas. Se deprimía por no poder ir al colegio, ya que su silla estaba en pésimas condiciones y no aguantaba ser movida. Hasta allí llegó la mano caritativa policial y hoy es un estudiante aventajado. “Lo más bonito es saber que con nuestro trabajo les somos útiles a nuestros ciudadanos, que les devolvemos algo de movilidad y mucho de dignidad. Cada vez que entregamos una nueva silla, se siente mucha tranquilidad espiritual y una enorme alegría”.