Notificación por Estado EE-DECAL-2024-90
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LA INVESTIGACIÓN
Tras 10 meses de investigación, los uniformados lograron recopilar elementos materiales probatorios que dejarían al descubierto el modus operandi de “Los Cancerberos” en la comuna 13, más exactamente en los barrios La Unión, Miramar y Jazmín. Fueron más de 50 horas de grabación, entrevistas y reconocimientos a personas, que pusieron en la mira de las autoridades a los cinco integrantes de este grupo de delincuencia común.
Uno de los agravantes de la conducta de este grupo delincuencial es que no les importaba ni la edad de sus compradores ni la de sus colaboradores. Al parecer, de acuerdo con el seguimiento de los investigadores de la Seccional de Protección y Servicios Especiales, estaban instrumentalizando menores de edad para la venta y, sin ningún pudor, les vendían a quienes llegaban.
Haciendo honor a la mitología de su nombre, como perros de tres cabezas, custodiaban cada ingreso a los puntos de distribución. Los tentáculos de este grupo venían afectando entornos infantiles y juveniles como: el polideportivo Miramar, el colegio Técnico Ciudad de Ibagué, el colegio San Isidro, parques biosaludables y canchas de fútbol.
De acuerdo con la información recopilada, la actividad ilícita de este grupo de personas le generaba ganancias mensuales de más de 10 millones de pesos, producto de la venta en menores cantidades de marihuana, cocaína y bazuco.
LOS CAPTURADOS
Las personas capturadas quedaron en evidencia durante los seguimientos realizados por los investigadores. Se observa cómo trataban de evadir su plena identificación, tapando sus rostros con gafas y pasamontañas.
Lo que ellos no se esperaban era que, a varios kilómetros de distancia, escondido en algún punto, un policía los tenía en la mira del lente de una cámara de alta tecnología.
Estas personas fueron identificadas como:
Es de resaltar que los otros dos integrantes de este grupo tienen una orden de captura y están siendo buscados en todo el territorio colombiano. Igualmente, se ha solicitado que se expida una circular azul de Interpol, con el fin de ubicarlos en cualquiera de los países miembros de la organización policial más grande del mundo.
Esta es la historia del señor patrullero Pedro Martínez, un hombre de 29 años que vive en unión libre con Sofía Pérez y es padre de tres niñas. Martínez lleva ocho años en la Policía Nacional de Colombia, vive en una casa alquilada en el departamento de Bolívar, tiene préstamos y una deuda con dos paga diarios que paga gracias a la venta de hielo y bolis de Sofía. Recibe solo el 50% de su salario debido a un embargo por ser fiador de un compañero.
Criado en un barrio de la Cartagena profunda, rodeado de delincuencia, nunca siguió esos pasos gracias a la guía de sus padres, José y Carmen. José vendía agua en pimpinas y Carmen cosía ropa. De niño, Pedro soñaba con ser policía, admirando el respeto que infundían en su barrio.
Logró ingresar a la Policía, lleno de energía y amabilidad. Pero con el tiempo, la desorganización y los gastos innecesarios lo amargaron, deseando solo “que se aparezca la Virgen y así salir de pobre”. Su esposa lo aconsejaba, pero la codicia lo consumía. Salía a patrullar con su compañero Benavides.
Benavides, proveniente de otro departamento, siempre contaba cómo se rebuscaba, pero Pedro no le prestaba atención. Un día, mientras patrullaban cerca de un caño, Benavides le propuso un negocio: robar un camión cargado de mercancía. Pedro, tentado por la idea de hacerse rico rápidamente, aceptó.
Esa noche, interceptaron el camión y se llevaron la mercancía a una bodega clandestina. Al día siguiente, recibieron una llamada de un contacto que les ofreció una gran suma de dinero por la mercancía. Pedro, emocionado, sintió que su sueño de salir de la pobreza se hacía realidad.
Dividieron la mercancía y la vendieron a varios comerciantes locales, obteniendo una ganancia considerable. Con el dinero, Pedro pagó sus deudas y compró algunos lujos para su familia. Sofía, aunque al principio desconfiada, se sintió aliviada de que su esposo finalmente hubiera encontrado una solución a sus problemas económicos.
Sin embargo, la culpa comenzó a carcomer a Pedro. Sabía que lo que había hecho estaba mal y que había traicionado su juramento como policía. El miedo a ser descubierto lo atormentaba constantemente, y la alegría inicial se transformó en una profunda angustia.
Benavides, por su parte, parecía no sentir remordimiento alguno. Se jactaba de su astucia y animaba a Pedro a seguir buscando oportunidades para “rebuscarse”. La relación entre ambos se volvió tensa, marcada por la desconfianza y el temor.
Pero a pesar de la tentación del dinero fácil, Pedro entendió que ninguna suma podría comprar su conciencia. Decidió confesar su mal actuar y enfrentar las consecuencias de sus actos, reafirmando su compromiso con la honestidad y el servicio a la comunidad. Porque, al final, la verdadera riqueza reside en la integridad, un valor que guía a los verdaderos policías de Colombia.
El tiempo tras las rejas fue un purgatorio de cuatro años. Pedro, despojado de su uniforme y su placa, sintió el frío abandono de la institución que una vez juró proteger. Su familia, antes un faro de esperanza, ahora navegaba en un mar de incertidumbre y carencias. Al recuperar su libertad, encontró un nuevo empleo, un nuevo comienzo. Sin embargo, la cicatriz del pasado era imborrable. Cada amanecer, al cruzarse con un policía en la calle, un nudo de arrepentimiento le apretaba el pecho. Comprendió, en carne propia, que el espejismo del dinero fácil se desvanece, dejando tras de sí un reguero de dolor y desolación.
Esta crónica es un llamado a la conciencia de aquellos uniformados que, en un momento de flaqueza, se sientan atraídos por el brillo efímero de la corrupción. Que recuerden siempre que la verdadera riqueza reside en la honestidad, y el servicio desinteresado a la comunidad. Cada decisión, cada paso, deja una huella imborrable en el camino de la vida.
La Policía Nacional está comprometida con la protección y el bienestar de los seres vivos, a través de controles disuasivos y preventivos efectuados en los municipios de Dosquebradas, Pereira y La Virginia.
Es por esto que, enfocados en la protección de la fauna silvestre, han sido rescatadas 50 especies, entre las cuales se encontraban iguanas, tortugas, guatín, zarigüeya, boa constrictor, entre otras, las cuales fueron halladas con algunos daños físicos o maltratadas por la comunidad.
Para el mes de agosto, y en conjunto con la autoridad ambiental de Risaralda, se atendieron varias quejas y peticiones sobre maltrato animal, logrando proteger 12 animales que no fueron cuidados con responsabilidad por sus dueños.
Por último, si conoce algún caso que atente contra los animales, el medio ambiente o los recursos naturales, puede denunciarlo a la línea 123 o por nuestra cuenta oficial de X @CarabinerosCol y @PoliciaPereira. El caso será remitido a la Seccional de Carabineros y Protección Ambiental de su jurisdicción, donde profesionales de policía lo atenderán, garantizando absoluta reserva.
En el marco de los controles rutinarios en la terminal aérea, la Policía Nacional de Colombia, a través de la Policía Antinarcóticos, capturó en flagrancia a un ciudadano colombiano que pretendía abordar un vuelo con destino a Ámsterdam, Países Bajos, llevando más de seis kilos de cocaína ocultos en dos maletas de doble fondo dentro del equipaje de bodega.
Durante las labores de verificación, las unidades antinarcóticos con apoyo del canino especializado en narcóticos “Ruger”, identificaron el cargamento ilícito. En la inspección se hallaron dos láminas con una sustancia que, al ser sometida a la Prueba de Identificación Preliminar Homologada (PIPH), arrojó resultado positivo para cocaína.
El capturado, de 41 años, fue dejado a disposición de la Fiscalía General de la Nación por el delito de tráfico, fabricación y porte de estupefacientes.
Con este resultado se evitó la comercialización de más de 12.000 dosis de cocaína, avaluadas en más de 300.000 euros, equivalentes a más de 1.300 millones de pesos en el mercado internacional.
El brigadier general Gelver Yecid Peña Araque, comandante de la Policía Metropolitana de Cartagena, destacó que en lo corrido del año se han capturado 2.223 personas por tráfico de estupefacientes y se han incautado más de 577 kilos de alucinógenos, entre marihuana, base de coca y cocaína.
“Estamos dando golpes contundentes contra estas estructuras criminales que no solo se disputan el tráfico local de estupefacientes, sino que además son generadoras de diferentes hechos violentos y otro tipo de delitos que alteran la tranquilidad y la convivencia. Seguimos insistiendo en la importancia de que la comunidad sea nuestra principal aliada, brindando información oportuna, que nos ayude a identificar y ubicar a los delincuentes”, sostuvo.
La Policía Metropolitana de Cartagena intensifica operativos para judicializar a los responsables de actividades criminales e invita a la comunidad a colaborar con información oportuna y veraz a través de la línea de emergencia 123, el número 321 3946246 o al correo electrónico sijin.mecar@policia.gov.co.